lunes, 31 de agosto de 2015

Los 14 preceptos budistas del Maestro Thich Nhat Hanh

1. No seas idólatra ni te ates a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluso a las budistas. Todos los sistemas de pensamiento son medios de guía; no son la verdad absoluta.

2. No creas que el conocimiento que tienes en este momento es la verdad inmutable, absoluta. Evita ser de mentalidad estrecha y atarte a los puntos de vista presentes. Aprende y practica el desapego de los puntos de vista para estar abierto a recibir los puntos de vista de los demás. La verdad se encuentra en la vida y no meramente en el conocimiento conceptual. Prepárate para aprender a través de toda la vida y a observar la realidad en ti mismo y en el mundo en todo momento.

3. No fuerces a los demás, ni siquiera a los niños, por ningún medio en absoluto, a adoptar tus puntos de vista, ya sea por autoridad, amenaza, dinero, propaganda o incluso educación. Sin embargo, por medio del diálogo compasivo, ayuda a los demás a renunciar al fanatismo y la estrechez.

4. No evites el contacto con el sufrimiento ni cierres tus ojos ante el sufrimiento. No pierdas la conciencia de la existencia del sufrimiento en la vida del mundo. Encuentra maneras para estar con aquellos que están sufriendo por todos los medios, incluyendo el contacto personal y las visitas, imágenes, sonido. Por tales medios, despierta tú mismo y a los demás a la realidad del sufrimiento en el mundo.

5. No acumules riqueza mientras millones están hambrientos. No tomes como el objetivo de tu vida a la fama, el provecho, la riqueza o el placer sensual. Vive simplemente y comparte el tiempo, la energía y los recursos materiales con quienes están en necesidad.

6. No mantengas ira u odio. Tan pronto como surgen la ira y el odio, practica la meditación sobre la compasión para comprender profundamente a las personas que han causado ira y odio. Aprende a ver a los otros seres con los ojos de la compasión.

7. No te pierdas en la dispersión y en el ambiente que te rodea. Aprende a practicar la respiración para recuperar la compostura del cuerpo y la mente, para practicar la atención, y para desarrollar la concentración y la comprensión.

8. No pronuncies palabras que puedan crear discordia y causar ruptura en la comunidad. Haz todos los esfuerzos para reconciliar y resolver todos los conflictos, aunque sean pequeños.

9. No digas cosas falsas por el bien del interés personal o para impresionar a las personas. No pronuncies palabras que causen desviación y odio. No difundas noticias que no sabes si son ciertas. No critiques o condenes cosas de las que no estás seguro. Habla siempre verdadera y constructivamente. Ten el valor de hablar sobre situaciones de injusticia, aun cuando hacerlo pueda amenazar tu propia seguridad.

10. No uses a la comunidad Budista para ganancia o provecho personal, ni transformes tu comunidad en un partido político. Una comunidad religiosa debe, sin embargo, tomar una actitud clara contra la opresión y la injusticia, y debe esforzarse por cambiar la situación sin engancharse en conflictos partidarios.

11. No vivas con una vocación que sea dañina para los humanos y la naturaleza. No inviertas en compañías que priven a los demás de su oportunidad de vivir. Elige una vocación que ayude a realizar tu ideal de compasión.

12. No mates. No permitas que otros maten. Encuentra todos los medios posibles para proteger la vida y prevenir la guerra.

13. No poseas nada que debería pertenecer a los demás. Respeta la propiedad de los demás pero evita que los demás se enriquezcan con el sufrimiento humano o el sufrimiento de otros seres.

14. No maltrates a tu cuerpo. Aprende a manejarlo con respeto. No veas a tu cuerpo sólo como un instrumento. Preserva las energías vitales (sexual, respiración, espíritu) para la realización del Camino. La expresión sexual no debería ocurrir sin amor y compromiso. En las relaciones sexuales, sé conciente del sufrimiento futuro que pueda causarse. Para preservar la felicidad de los demás, respeta los derechos y compromisos de los demás. Sé plenamente conciente de la responsabilidad de traer nuevas vidas al mundo. Medita sobre el mundo al cual estás trayendo nuevos seres.

Tomado de budistas.blogspot.com

sábado, 8 de agosto de 2015

RESPUESTAS del DALAI LAMA acerca de la SEXUALIDAD



     El V. M. Samael Aun Weor dio a conocer los secretos de la regeneración humana a partir de la sexualidad superior. Gracias a eso, hoy, estas explicaciones de SS el Dalai Lama son claras para cualquier estudiante gnóstico.
     El Avatara, como Mensajero, entrega la síntesis doctrinaria, pero algunos, lamentablemente, pasan contando los puntos y las comas y pierden la esencia... la esencia es develar los misterios, entregar la claves.
     Esas claves están en sus enseñanzas; y el mensaje, gracias al Avatara, está claro. Esa unicidad entre enseñanzas y maestro, mensaje y mensajero, es lo que ubica al V. M. Samael como "sustentador" de la obra gnóstica.
     El Maestro investigó, conoció y luchó para dar a conocer los procedimientos para la transformación radical y especialmente la clave más secreta, prohibida a los neófitos. Su misión específica podría transmitirse en la pregunta a su Madre Sagrada, expresada en sus propias palabras:
"¿Es posible que allá, en el mundo físico, haya alguien que pueda auto-realizarse sin necesidad de la magia sexual?
La respuesta a esta última pregunta fue tremenda: "Imposible hijo mío, eso no es posible".
Confieso francamente y sin ambages, que estas palabras de la adorable me dejaron asombrado. Recordé entonces con supremo dolor a tantas gentes pseudoesoteristas y pseudoocultistas que anhelan de verdad la liberación final, pero que desconocen el Sahaja Maithuna,  la Magia Sexual, la clave maravillosa del Gran Arcano."…
     No dejo de pensar que eso seríamos si el V. M. Samael no hubiera descorrido el velo de los misterios y hubiera explicado esto con tanta claridad... seríamos pseudo-esoteristas y pseudo-ocultistas, todos los que en algún momento hemos estudiado la gnosis, del primero al último…
Embid A. Maciel

Preguntas al Dalai Lama
Extraído y traducido del libro “El Poder de la Compasión” de S.S. El Dalai Lama
(Tomado del sitio web venerabilisopus. org)

El Celibato

Pregunta. ¿Se requiere del celibato para alcanzar la Iluminación?

Respuesta. Pienso que no. Entonces usted podría preguntar por qué el propio Buda eventualmente se vistió el traje del monje. Creo, desde el punto de vista del Viniya Sutra, que el propósito principal del celibato consiste en reducir el deseo o el apego.

El Tantrayana, particularmente el Tantra Yoga superior, considera que el flujo de energía - las gotas de energía o el estado especial de felicidad engendrado por su fusión - permite disolver los niveles más groseros del espíritu y de las energías que los corresponden… para alcanzar, gracias a la Felicidad, la más sutil de las experiencias. Las gotas de vida, es decir la fusión de aquellas con los canales energéticos, provocan el estado de Felicidad; son la clave.

Mientras uno está interesado en la iconografía de las deidades y sus consortes, ve muchos símbolos sexuales muy explícitos que pueden dar una falsa impresión. De hecho, se utiliza el órgano sexual, pero el movimiento energético que genera está en definitiva totalmente controlado. Nunca se deja salir la energía, es decir, la semilla. Se controla y está redistribuida a las otras partes del cuerpo. Para practicar el Tantrismo correctamente, se debe cultivar la capacidad de utilizar la Felicidad y las experiencias que conducen a esta, que surgen a partir del flujo de fluidos regenerativos dentro de los canales de energía de la persona. Es esencial protegerse de la emisión que en ese momento sería un error. No se trata del acto sexual normal. Aquí es donde está la conexión con el celibato.

La práctica de Kalachakra Tantra insiste particularmente en la ausencia de emisión de la energía, considerada esencial. Estos escritos también se refieren a tres tipos de experiencias de felicidad: la primera es inducida por el flujo de la energía, la segunda por la experiencia inmutable, y la tercera por la experiencia mutable. Buda, cuando tomo el voto de celibato, no dio toda la explicación de este compromiso. Para entenderlo, es necesario comprender perfectamente el Tantrayana, que puede responder a su pregunta. De ahí mi respuesta aparentemente "ambigua", no, el celibato no es realmente necesario para alcanzar la iluminación, pero sí lo es un poco.

Las Mujeres y El Celibato

Pregunta. Su Santidad, la respuesta que acaba de dar se refiere a la perspectiva masculina. ¿Por qué nunca se hace mención del aspecto femenino en estas prácticas? ¿Cómo una mujer debe usar su energía para alcanzar la iluminación a través de la Felicidad?

Respuesta. El principio y la técnica son las mismas. Si yo creo a algunos de mis amigos de la India, los practicantes del Tantrayana hindú también usan la práctica de la Kundalini y Chandralini. La mujer tiene el mismo tipo de energía, de gotas de vida y de semilla, por lo que es el mismo método.

domingo, 26 de julio de 2015

EL ESFUERZO

Para experimentar la Verdad no se necesita esfuerzo alguno. La gente está acostumbrada a esforzarse en todo y supone, equivocadamente, que es imposible experimentar la Verdad sin esfuerzo.

Podemos necesitar esfuerzo para ganarnos el pan de cada día o para jugar un partido de fútbol, o para cargar un fardo bien pesado, pero es absurdo creer que sea necesario el esfuerzo para experimentar eso que es la Verdad.

La comprensión reemplaza al esfuerzo cuando se trata de comprender la verdad escondida íntimamente en el fondo secreto de cada problema.

No necesitamos esfuerzo alguno para comprender todos y cada uno de los defectos que llevamos escondidos en los distintos terrenos de la mente.

No necesitamos esfuerzo para comprender que la envidia es uno de los más potentes resortes de la máquina social. ¿Por qué quieren muchas gentes progresar? ¿Por qué quieren muchas personas tener hermosas residencias y coches elegantísimos? Todo el mundo envidia lo ajeno, la envidia es pesar por el bien ajeno.

Las mujeres elegantes son envidiadas por otras mujeres menos elegantes y esto sirve para intensificar la lucha y el dolor. Las que no tienen quieren tener y hasta dejan de comer para comprar ropa y adornos de toda especie con el único propósito de no ser menos que nadie.

Todo paladín de una gran causa es odiado mortalmente por los envidiosos. La envidia del impotente, del vencido, del mezquino, se disfraza con la toga del juez o con la túnica de la santidad y de la maestría, o con el sofisma de que se aplaude, o con la belleza de la humildad.

Si comprendemos en forma íntegra que somos envidiosos, es lógico que la envidia entonces termina y en su lugar aparece la estrella que se alegra y resplandece por el bien ajeno.

Existen gentes que quieren dejar de ser codiciosas pero codician no ser codiciosas, he ahí una forma de codicia.

Existen hombres que se esfuerzan por conseguir la virtud de la castidad, pero cuando ven en la calle una muchacha bonita le echan algunos bonitos piropos, y si la muchacha es amiga, no pueden menos que agasajarla, decirle bellas palabras, admirarla, alabarle sus bellas cualidades, etc. El trasfondo de toda esa coquetería se encuentra en los resortes secretos de la lujuria subconsciente, tenebrosa y sumergida.

Cuando comprendemos sin esfuerzo alguno todos los juegos de la lujuria, ésta se aniquila y nace en su lugar la inmaculada flor de la castidad.

No es con esfuerzo alguno como podemos adquirir esas virtudes. El yo se robustece cuando se esfuerza por adquirir virtudes. Al yo le encantan las condecoraciones, las medallas, los títulos, los honores, las virtudes, las bellas cualidades, etc.

Cuentan las tradiciones griegas que Aristipo, el filósofo, queriendo demostrar su sabiduría y modestia, se vistió con una vieja túnica llena de remiendos y agujeros, empuñó el báculo de la filosofía y se fue por las calles de Atenas. Cuando Sócrates le vio llegar a su casa exclamó: ¡Oh, Aristipo, se ve tu vanidad a través de los agujeros de tu vestidura!.

Los pedantes, los vanidosos, los orgullosos, creyéndose muy humildes, se visten con la túnica de Aristipo. La humildad es una flor muy exótica, quien presuma de humilde está lleno de orgullo.

En la vida práctica hacemos muchos esfuerzos inútiles cada vez que un nuevo problema nos atormenta. Apelamos al esfuerzo para solucionarlo, luchamos y sufrimos, pero entonces, lo único que conseguimos es hacer locuras y complicar más y más la existencia.

Los desilusionados, los desencantados, aquellos que ya ni siquiera quieren pensar, aquellos que no pudieron resolver un problema vital, encuentran la solución cuando su mente está serena y tranquila, cuando ya no tenían esperanza alguna.

Ninguna verdad se puede comprender por medio del esfuerzo. La verdad viene como ladrón en la noche, cuando menos se le espera.

Las extra-percepciones sensoriales durante la meditación, la iluminación, la solución de algún problema, sólo son posibles cuando no existe ningún tipo de esfuerzo consciente o subconsciente, cuando la mente no se esfuerza en ser más de lo que es.

El orgullo también se disfraza de sublime, la mente se esfuerza por ser algo más de lo que es. La mente, serena como un lago, puede experimentar la Verdad, pero cuando la mente quiere ser algo más, está en tensión, está en lucha y entonces la experiencia de la Verdad se hace imposible.

No debemos confundir la Verdad con las opiniones. Muchos opinan que la Verdad es esto o aquello, o que la Verdad es tal o cual libro, o tal o cual creencia o idea, etc.

Quien quiera experimentar la Verdad no debe confundir las creencias, ideas, opiniones y teorías con eso que es la Verdad.

Debemos experimentar la Verdad en forma directa, práctica y real; esto sólo es posible en la quietud y silencio de la mente, y esto se logra por medio de la meditación.

Vivenciar la Verdad es lo fundamental. No es por medio del esfuerzo como podemos experimentar la Verdad. La Verdad no es el resultado, la Verdad no es el producto del esfuerzo. La Verdad adviene a nosotros por medio de la comprensión profunda.

Necesitamos esfuerzo para trabajar en la Gran Obra, esfuerzo para transmutar nuestras energías creadoras, esfuerzo para vivir, luchar y recorrer el camino de la Revolución Integral, pero no necesitamos esfuerzo para comprender la Verdad.

(del V. M. Samael Aun Weor, del libro "Transformación Social de la Humanidad" recopilado luego en el libro "La Revolución de la Dialéctica)

miércoles, 1 de julio de 2015

El Diablo y su Amigo


En  cierta  ocasión  salió  el  diablo  a  pasear  con  un  amigo.  De  pronto  vieron  ante ellos a un hombre que estaba inclinado sobre el suelo tratando de recoger algo. 
«¿Qué busca ese hombre?», le preguntó al diablo su amigo.
«Un trozo de Verdad», respondió el diablo.
«¿Y eso no te inquieta?», volvió a preguntar el amigo.
«Ni  lo  más  mínimo»,  respondió  el  diablo.  «Le  permitiré  que  haga  de  ello  una creencia religiosa».
Una  creencia  religiosa  es  como  un  poste  indicador  que  señala  el  camino  hacia  la Verdad.  Pero  las  personas  que se obstinan en adherirse al indicador se ven impedidas de avanzar hacia la Verdad, porque tienen la falsa sensación de que ya la poseen. 
de Tony de Mello

miércoles, 10 de junio de 2015

Todo cambia cuando...




Todo cambia cuando empiezas a emitir tu propia frecuencia en lugar de absorber las frecuencias a tu alrededor, cuando comienzas a imprimir tu intención en el universo en lugar de recibir una impresión de la existencia...

Barbara Marciniak (tomado de la página de facebook de Osel Hita)

jueves, 4 de junio de 2015

Las campanas del templo

El templo había estado sobre una isla, dos millas mar adentro. Tenía un millar de campanas. Grandes y pequeñas campanas, labradas por los mejores artesanos del mundo. Cuando soplaba el viento o arreciaba la tormenta, todas las campanas del templo repicaban al unísono, produciendo una sinfonía que arrebataba a cuantos la escuchaban.
     Pero, al cabo de los siglos, la isla se había hundido en el mar y, con ella, el templo y sus campanas. Una antigua tradición afirmaba que las campanas seguían repicando sin cesar y que cualquiera que escuchara atentamente podría oírlas. Movido por esta tradición, un joven recorrió miles de millas, decidido a escuchar aquellas campanas. Estuvo sentado durante días en la orilla, frente al lugar en el que en otro tiempo se había alzado el templo, y escuchó, y escuchó con toda atención. Pero lo único que oía erael ruido de las olas al romper contra la orilla. Hizo todos los esfuerzos posibles por alejar de sí el ruido de las olas, al objeto de poder oír las campanas. Pero todo fue en vano; el ruido del mar parecía inundar el universo.
     Persistió en su empeño durante semanas. Cuando le invadió el desaliento, tuvo ocasión de escuchar a los sabios de la aldea, que hablaban con unción de la leyenda de las campanas del templo y de quienes las habían oído y certificaban lo fundado de la leyenda. Su corazón ardía en llamas al escuchar aquellas palabras... para retornar al desaliento cuando, tras nuevas semanas de esfuerzo, no obtuvo ningún resultado. Por fin decidió desistir de su intento. Tal vez él no estaba destinado a ser uno de aquellos seres afortunados a quienes les era dado oír lascampanas. O tal vez no fuera cierta la leyenda. Regresaría a su casa y reconocería su fracaso.
     Era su último día en el lugar y decidió acudir una última vez a su observatorio, para decir adiós al mar, al cielo, a los árboles y al viento. Se tendió en la arena, contemplando el cielo y escuchando el sonido del mar. Aquel día no opuso resistencia a dicho sonido, sino que, por el contrario, se entregó a él y descubrió que el bramido de las olas era un sonido realmente dulce y agradable. Pronto quedó tan absorto en aquel sonido que apenas era consciente de sí mismo. Tan profundo era el silencio queproducía en su corazón…
     ¡Y en medio de aquel silencio lo oyó! El tañido de una campanilla, seguido por el de otra, y otra, y otra... Y en seguida todas y cada una de las mil campanas del templo repicaban en una gloriosa armonía, y su corazón se vio transportado de asombro y de alegría.
   Si deseas escuchar las campanas del templo, escucha el sonido del mar. Si deseas ver a Dios, mira atentamente la creación. No la rechaces: no reflexiones sobre ella. Simplemente, mírala.

de Anthony de Mello

martes, 26 de mayo de 2015

La Gnosis, Alicia, el Conejo Blanco y el Gato


“Tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!»…/... Pero cuando el conejo se sacó un reloj de bolsillo del chaleco, lo miró y echó a correr, Alicia se levantó de un salto, porque comprendió de golpe que ella nunca había visto un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse de él, y, ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo por la pradera, y llegó justo a tiempo para ver cómo se precipitaba en una madriguera que se abría al pie del seto. Un momento más tarde, Alicia se metía también en la madriguera, sin pararse a considerar cómo se las arreglaría después para salir.”

Con el mismo impulso con el que Alicia ingresa la madriguera del conejo blanco, ingresamos en las escuelas gnósticas. En el momento en que entramos en la madriguera interior no  sabemos nada de esoterismo o, si pretendemos saber, no comprendemos el transfondo psico-sexual de la transformación interna necesaria en el ser humano.

Como Alicia, seguimos un impulso que nos hace descender al centro de la Tierra (de nosotros mismos) y allí comenzamos a conocer las enseñanzas gnósticas, revolucionarias y transformadoras.

En ese descenso a nuestra tierra interior encontramos un trabajo muy difícil y lleno de obstáculos. Entramos a ese “lugar” sin saber cómo salir, buscando el camino, la puerta… 

Hasta allí hay una simbiosis entre nuestras inquietudes espirituales y el trabajo propuesto. Nos hacemos preguntas y la Gnosis nos enseña las claves mediante las cuales podemos buscar las respuestas en nuestro interior.

Pero para muchos de nosotros, la búsqueda de la puerta se convierte en un laberinto cretense, del cual no podemos escapar. Y lejos de usar el hilo de Ariadna, quedamos enredados en las telarañas de la mente… Nuestra apreciación subjetiva de la enseñanza nos envuelve y nos hipnotiza. Primero estudiamos lo atractivo y difícilmente llegamos a lo fundamental. La mente quiere satisfacciones y empezamos a leer historias y vivencias maravillosas e, impacientes, queremos resultados inmediatos. No los conseguimos y buscamos el refugio en la labor grupal de difusión, con instituciones cada vez más complejas y divididas. Como nada se nos da regalado, nuestros avances son lentos y nuestra comprensión limitada. Nuestra impotencia nos pone a la sombra de los maestros y a las órdenes inapelables de los líderes… seguimos ciegamente los dogmas y los impulsos de otros… corremos sin cuestionar, obedecemos sin conocer, obramos sin tomar consciencia…

Poco a poco perdemos los objetivos, no logramos ser más que imitadores, no conseguimos cristalizar la auto-gnosis, seguimos dependiendo de lo que otros han dicho y dicen, han hecho y hacen… todo esto nos lleva a una gran confusión y la Gnosis, paradójicamente, pasa a ser un dolor de cabeza y se convierte en una escuela pseudo-esotérica más. 

Nos atamos al dogmatismo, al intelectualismo, al servilismo (que tanto criticábamos en un principio), y no reparamos en que la Verdadera Gnosis no está atada a esquemas doctrinarios. No sabemos diferenciar entre un orientador y un  dictador, y preferimos obedecer a comprender… 

Nos olvidamos que la Gnosis no es una doctrina… es “la Verdad”… Nunca ha sido una enseñanza específica, sino el mismo autoconocimiento; nunca ha sido el camino, sino la clave para recorrer nuestro propio camino.

Metidos en los dogmas (en los “dogmas gnósticos”), practicando mecánicamente lo que no comprendemos, siguiendo ciegamente a personas, vamos perdiendo el objetivo. Y vamos dejando atrás los dulces impulsos del amanecer esotérico, cuando todo nos parecía nuevo, cuando veíamos con ojos asombrados la posibilidad de responder por nosotros mismos a nuestras mayores inquietudes espirituales…

Nos movemos entre los polos de la apatía  y la euforia descontrolada, tropezando constantemente con nuestros propios errores. Mientras seguimos buscando, atados a los viejos esquemas, no sabemos a dónde queremos llegar. Y aquí es donde debemos preguntarnos si estamos realmente recorriendo nuestro camino o sólo participando alegremente de una escuelita más. Si estamos tras la Verdad o caminando detrás de otra gente, sin saber a dónde vamos… Si tras nuestras prácticas y nuestros sacrificios hay una meta o sólo el conformismo de creernos participes de “algo”.

Y como en el cuento de Alicia  en el país de la Maravillas, deberíamos escuchar al gato, el mismo gato que ha representado el fuego sexual transformador en muchas culturas y, como tal, la puerta de entrada a la iniciación:

“Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar - dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio... -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - dijo el Gato.
- ... siempre que llegue a alguna parte - añadió Alicia como explicación.
- ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte - aseguró el Gato -, si caminas lo suficiente!”

Quizás sea el momento, para muchos, de dejar de caminar sin importar a dónde vamos… de comenzar a andar con un rumbo, de preguntarnos a dónde queremos ir…

Embid A.Maciel

domingo, 24 de mayo de 2015

La Paloma Real


 Nasruddin  llegó  a  ser  primer  ministro  del  rey.  En  cierta  ocasión,  mientras deambulaba por el palacio, vio por primera vez en su vida un halcón real. 
Hasta entonces, Nasruddin jamás había visto semejante clase de paloma. De modo que tomó unas tijeras y cortó con ellas las garras, las alas y el pico del halcón. 
«Ahora  pareces  un  pájaro  como  es  debido»,  dijo.  «Tu cuidador  te  ha  tenido  muy descuidado».
  
¡Ay de las gentes religiosas que no conocen más mundo que aquel en el que viven y no tienen nada que aprender de las personas con las que hablan! 


Cuento de Nasruddin comentado por Anthony de Mello

lunes, 11 de mayo de 2015

El proceso de dormir

El proceso de dormir es muy similar al de morir. Esa es la razón por la que es tan importante meditar tanto cuando estamos completamente despiertos como cuando estamos quedándonos dormidos. Si practicamos la meditación con un alto nivel de concentración podemos detectar los cambios que ocurren en nuestra mente cuando estamos quedándonos dormidos. El elemento blanco masculino fluye desde la parte alta de nuestra cabeza hacia el nivel del corazón y el elemento femenino rojo sube hacia el corazón desde la parte inferior del cuerpo. Cuando ambos se encuentran ocurre una pérdida momentánea del estado consciente ordinario y luego surge una claridad consciente: nuestra mente esta atenta durante el estado del sueño. La fortaleza de nuestra meditación en el Lama es lo que hace esa consciencia posible. El Lama esta a la altura del corazón en la forma pura de Dharmakaya, cuya luz irradia desde su cuerpo. Nuestra mente, que es inseparable de la mente del maestro, se identifica con esa luz. Esto disipa lentamente la inconsciencia del estado ordinario del sueño. Aunque completamente dormidos, nuestra consciencia se incrementa y nuestra mente se vuelve más y más clara.

Un signo de esa claridad es que percibimos nuestro propio cuerpo dormido. No lo vemos compuesto de carne como normalmente lo percibimos sino como un objeto transparente brillando con luz radiante viniendo del lama en nuestra mente. Si nuestra mente es bastante estable, nuestra mente dormida percibe nuestro cuerpo tan brillante que puede irradiar luz a todo el cuarto. Aunque dormidos podemos ver el cuarto y los objetos que hay en él. Podemos ver claramente que no podemos estar seguros de cuando estamos dormidos o despiertos. Esto solo es posible cuando uno tiene una maestría completa en la ocurrencia de las tres experiencias de gozo, claridad y no conceptualización durante la meditación despierta. Una vez estabilizadas, esas experiencias aparecen durante el sueño en su forma particular. El hecho de poder ver el cuarto donde dormimos esta asociado con la clara luz de un tranquilo estado mental. Este aparece en aquellos que han practicado la meditación shinay. Uno puede ver el cuerpo tan claramente que pareciera que la luz interior es una imagen de destellos de luces de diferentes colores. Y si la meditación es muy estable es posible incluso moverse, la mente se mueve dentro del cuarto e incluso a los lugares adyacentes. Uno puede viajar de un lugar a otro. Esta es una explicación teórica de las posibles experiencias que uno puede tener mientras dormimos si meditamos lo suficiente durante el día. Querer alcanzar estos estados no es suficiente, ellos son el resultado natural de una profunda y frecuente meditación.

Esas experiencias no crean ninguna ansiedad en la mente. La mente descansa en el mismo estado que cuando practicamos una profunda meditación Shinay, esta completamente relajada, muy clara y sin ningún apego. Esta llena con las tres experiencias de gozo, claridad y no conceptualización. En ese estado los órganos sensitivos son muy agudos y claros, lo que significa que podemos ver, oír, oler, sentir y saborear, esas experiencias continúan llegando a la mente que duerme, pero a diferencia de lo que sucede cuando estamos despiertos: consideramos todas las sensaciones igualmente, recibiéndolas felizmente. No consideramos, por ejemplo, que algunos sonidos son muy fuertes o insoportables. A medida que la meditación despierta progresa y nos libramos nosotros mismos de las experiencias shinay y desarrollamos una profunda meditación de sabiduría primordial, la clara luz del sueño se hace más brillante y se libera a sí misma de estas experiencias. Esto aparece naturalmente. No necesitamos cambiar la técnica o practicar otra meditación mientras caemos dormidos. Simplemente necesitamos mantenernos en la practica y orarle al lama antes de dormirnos y por el poder de nuestra meditación despierta la meditación apropiada ocurrirá durante el sueño.

Este tipo de meditación también se desarrolla al momento de la muerte. Aquellos que tienen una fuerte experiencia meditativa alcanzan la Budeidad en los segundos que siguen a la muerte y no tienen que experimentar el bardo. Para aquellos que practican regularmente una meditación sin perfeccionarla, la consciencia se establece en un estado similar al de la meditación que practicaba mientras estaba vivo (shinay, lhaktong o mahamudra). Si esto no conduce a la liberación un pensamiento sutil aparecerá en la mente y disparará en la mente la experiencia del bardo. Es similar al dormir, pero un pensamiento sutil durante el dormir nos conducirá a un sueño en vez del bardo. Tan pronto como el sueño aparece, un buen meditador se proyecta a sí mismo como una deidad y aparece como tal en el sueño, realizando que todo es una ilusión y manteniendo ese estado de consciencia mientras dure el sueño. Cuando hay menos capacidad, uno comienza a soñar y al cabo de un rato se da cuenta que esta soñando. Nos damos cuenta del carácter ilusorio del sueño creado en nuestra mente. Con esa realización de la naturaleza del sueño, nada que suceda en él puede hacer que el soñador sufra.

Cuando comprendemos que el sueño no es real y es sólo una ilusión o el juego mágico de la mente no se crea ningún apego durante el sueño. Aprendemos a mantener la mente en la naturaleza última mientras dormimos. No utilizamos el sueño para tratar de hacer o llevar a cabo algo, ni para encontrarnos con personas en diferentes lugares durante el estado del sueño. Esa clase de objetivos sólo ayudan a incrementar la confusión del sueño. Estar conscientes de que estamos soñando ayuda a comprender la naturaleza del sueño, la realización de que es una creación mental de una mente confundida. Esas son solo experiencias y sensaciones que se sienten durante el sueño y que se purificarán naturalmente. Ese proceso es el camino de la meditación durante el sueño.

Lama Gendyn Rinpoche

sábado, 9 de mayo de 2015

Inmortalidad y Sabiduría

Para quien vive su vida plenamente, para quien ha aprendido a vivir, la muerte es un momento precioso, la cúspide de la vida, un momento clave en la realización interior.

En cambio, para quien vive sólo "por vivir", el solo pensamiento de la muerte genera un conflicto íntimo, miedo, depresión... o una apatía resignada en el mejor de los casos.

Ya lo dijo Calderón de la Barca: 
"¿quién hay que intente reinar 
viendo que ha de terminar 
en el sueño de la muerte...?" 

La muerte es un gran sueño para quien vive en el "sueño de la vida".  Calderón es más elocuente aún en su "Monólogo de Segismundo": 
"sueña el que a medrar empieza 
sueña el que afana y pretende 
sueña el que agravia y ofende
y en el mundo en conclusión 
todos sueñan lo que son 
aunque ninguno lo entiende".

Quizás pensemos que tenemos una buena vida: una buena esposa o esposo, hermosos hijos, un buen trabajo, una linda casa, viajes... es suficiente para algunos. Sin embargo deberíamos ser un poco más exigentes, aunque no estoy hablando de más hijos o una casa más grande... Tampoco estoy hablando de buscar "un sentido" a nuestra vida. La vida es algo demasiado fundamental para que tengamos que buscarle un sentido. La vida ya tiene un sentido. Entonces tenemos que buscar "el sentido" de la vida. 

Sería interesante trasladarnos aquí, con la imaginación, a nuestra primera infancia, cuando apenas podíamos caminar y aún nos orinábamos en los pañales. Tal vez podamos volver a sentir un "gusto", un "sabor psicológico" muy especial. Cuando éramos niños asumíamos la vida como un todo, sin principio ni fin.

Y quizás podamos recordar una tristeza muy particular… acaso todavía esté en nuestra memoria: cuando comenzamos a percibir que no éramos inmortales, cuando descubrimos que íbamos a morir.

En realidad no es que hasta ese momento hayamos sido tontos o ignorantes. Es que la idea de la muerte esta apoyada en la presencia del "ego"… la idea de la muerte surgió en nuestra primera infancia, cuando la personalidad comenzó a manifestar el ego. En algún momento empezamos a "vivir por vivir", a "vivir la vida" como solemos decir, con pasiones, ansiedades, preocupaciones, temores... Lentamente, sin darnos cuenta, apoyados en nuestros deseos y apegos, dejamos de ser inmortales.

No estoy hablando del cuerpo, está claro; muchos niños pequeños mueren diariamente en el mundo y aún antes de nacer. Estoy hablando de la esencia inmortal, esa que conocía y manejaba nuestra vida, esa que no necesitaba "buscar un significado" porque conocía el "por qué", el "para qué" y el "cómo".

Nuestra personalidad, apoyada en el ego (en su carácter múltiple) empezó a "vivir por vivir". Jugamos, lloramos mucho, fuimos a la escuela, estudiamos, trabajamos... nos casamos, viajamos, nos divorciamos, nos ascendieron...

Quizás algún día nos preguntamos: ¿para qué hago todo esto? Es un feliz día en que la autorreflexión nos indica el camino de regreso, porque, por más que lo ocultemos con distracciones, sabemos que vamos a morir… y no sabemos para qué estamos viviendo.

Aquí es el momento en que deberíamos comenzar a vivir focalizados en la muerte. Si así lo hacemos, comenzaremos el retorno a la esencia de nuestra vida. Cuando aprendemos a morir en nuestros defectos, en nuestros deseos y apegos, reconquistamos la esencia inmortal, regresamos a aquellos momentos en que éramos libres, puros, auténticos, conscientes, inmortales… 

"Morir para vivir", de eso se trata, eliminado todo aquello que nos hace ignorantes, débiles, tristes, iracundos, miedosos, pasionales, etc., en definitiva eso que llamamos habitualmente "ego".

Buscamos eso que no es permanente, lo que caduca, lo comprendemos y lo eliminamos. Entonces sólo queda aquello que vive, la vida misma, eso que sentíamos cuando éramos niños pequeños, mientras apenas gateábamos en el piso de nuestra casa...

Pero además, de esta manera, cuando volvemos a ser libres, somos también sabios. Cada vez que nos conocemos dentro de un pequeño ego, cada vez que logramos liberarnos de uno de esos enanitos de Gulliver, conocemos un poco más de la vida. ¿No es maravilloso? La vida, que no nos necesita, que "es" más allá que estemos o no, nos da sin embargo una oportunidad: la oportunidad de ser sabios. ¡Inmortales... y ahora sabios!

La muerte física deja entonces de ser un conflicto psicológico. La muerte psicológica, la eliminación de nuestros infelices egos, hace “revivir” a nuestra esencia inmortal.

La sabiduría nos enseña entonces que la muerte física es el merecido regreso a casa. Para el hombre común y corriente, en cambio, es sólo una tribulación en el inacabable ciclo de la existencia...

Embid A.Maciel

jueves, 7 de mayo de 2015

Un hombre de avanzada edad

Un hombre de avanzada edad llamo a la puerta de un monasterio.

Aunque era analfabeto y muy ignorante, vibraba en el, el deseo de purificarse y encontrar la libertad interior. Solicito humildemente que le aceptasen como novicio, pero los monjes y el abad del monasterio se dieron cuenta de que era analfabeto y de muy corto entendimiento intelectual.
Le consideraron totalmente incapacitado para leer los sermones de Buda, recitar mantrams o poder efectuar las ceremonias sagradas. Pero contemplaban en el anciano mucha motivacion espiritual y un ardiente deseo por perfeccionarse.

¿Que hacer, pues? No podia llevar a cabo ningun tipo de estudios, no entenderia la escencia de los metodos meditacionales y ni siquiera comprenderia el sentido de los rituales.
¿Que hacer entonces? El abad y los monjes hablaron sobre el tema unos minutos y decidieron permitirle al hombre que se quedara en el monasterio. Pero, aunque fuere porque no se sintiera humillado, alguna ocupacion habia que asignarle. Le dieron una escoba y le dijeron que se encargara de mantener limpio el jardin del monasterio.

Iban transcurriendo los meses y los años. El anciano se aplicaba con minuciosidad y esmero a su sencilla tarea. En los frios amaneceres del pais de las nieves, imperturbado y muy atento, el hombre barria con precision el jardin. Ni un solo dia falto a su deber. Y poco a poco los novicios, monjes y lamas comenzaron a darse cuenta de que el anciano habia conseguido un notable y evidente avance espiritual, un gran progreso animico. Siempre era afectivo, nunca se inmutaba y era ecuanime en las palabras. Los monjes y lamas, extrañados, decidieron preguntar al barrendero que practicas o metodos especiales habia desarrollado para conseguir un estado de mente tan lucido, estable y ecuanime. El anciano dijo:

"No, amigos, no he hecho nada especial, podeis creerme. Diariamente, con mucha atencion, me he dedicado a limpiar el jardin. He puesto, eso si, mucho esmero y amor cada vez que barria la basura y limpiaba el jardin, pensaba que estaba barriendo la basura de mi corazon y limpiando mi espiritu. La verdad es que asi, dia a dia, me he ido sintiendo mas sosegado, contento y lucido.

Del libro: Cuentos del Tibet
Autor: Ramiro Calle

miércoles, 6 de mayo de 2015

La piel, la mantequilla y el sol


   En el Tíbet, las pieles nuevas se ponen al sol y se frotan con mantequilla para hacerlas más suaves. El practicante es como una piel nueva: duro y áspero, con una visión limitada y una rigidez conceptual.

   La enseñanza (dharma) es como mantequilla que se le frota mediante la práctica, y el sol es la experiencia directa; cuando se aplican ambas, el estudiante se vuelve suave y maleable. Sin embargo, la mantequilla se guarda en bolsas de piel y cuando se deja ahí por muchos años, la piel se vuelve tan dura como la madera y no es posible suavizarla nuevamente, no importa cuanta mantequilla nueva se use.

   De la misma manera, alguien que pasa muchos años estudiando las enseñanzas, intelectualizándolas y teniendo poca experiencia directa de ellas, es como la piel endurecida.

   Las enseñanzas pueden suavizar la piel endurecida por el condicionamiento y la ignorancia, pero cuando se guardan en el intelecto y no se frotan en el individuo por medio de la práctica, ni se calientan con el sol de la experiencia directa, puede volverse rígido y duro en su comprensión intelectual.

   Entonces las nuevas enseñanzas no lo suavizarán, no podrán entrar en él, ni cambiarlo. Debemos tener cuidado de no guardar las enseñanzas como conceptos intelectuales solamente, ya que la comprensión intelectual en si misma se vuelve un impedimento para la sabiduría. Las enseñanzas no son ideas para coleccionar, sino un camino a seguir.

Del libro "La Yoga de los Sueños" de Tenzin Wangyal Rinpoche

lunes, 5 de enero de 2015

LABERINTO de PUERTAS

"La vida es como un laberinto de puertas y todas abren del lado en el que tú estás... sólo continúa empujando duro, muchacho, de la forma que puedas; vas a terminar en el lugar de donde partiste".

de la canción Sittin´ de Yusuf Islam